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El Dragón de la Cascada Las tradiciones más preciadas se cuentan en hermosas noches mágicas donde los ancianos a la luz de las hogueras cuentan deliciosamente lo que sus padres también les contaron y que van transmitiendo de generación en generación.
Un pequeño grupo de niños había ido de excursión a la famosa cascada de San Pedro donde jugaron, chapotearon y se divirtieron de lo más lindo. Sin que se dieran cuenta el cielo se fue nublando gradualmente hasta que la luz que se filtraba entre las nubes fue borrándose, el bello paisaje que habían contemplado cuando llegaron por la mañana se había tornado grisáceo. |
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Los niños se encontraban entonces abajo donde caía el torrente, produciendo su característico sonido que durante siglos aun persiste, y si no pasaba alguna cosa, seguiría sucediendo hasta el fin de los tiempos. El chipi-chipi empezaba a caer persistentemente sobre los alrededores haciéndose más prolongados y fuertes la llovizna que amenazaba convertirse en tormenta.
Los pequeños no tuvieron más remedio que suspender sus juegos para guarecerce de la lluvia, buscaron refugio cercano, encontrándola en una caseta que se halla allí y que aun se mantiene milagrosamente en pie a pesar de los años que han pasado en que fue construida. Estaban entretenidos viendo caer la lluvia, algunos jugaban en su improvisado refugio, cuando escucharon una especie de bufido atronador que llegaba de la cascada. No sintieron temor alguno o algún sobresalto por lo imprevisto del infrahumano clamor, si llegaron a sentir después, llenos de curiosidad y por saber que había sido aquello, ya que precisamente en la roca que se encontraba bajo la cascada se había originado aquel lamento, salieron de su refugio para investigar la procedencia de aquello, no tuvieron que caminar mucho, pues bajo aquella roca en la que se supone se encontraba una enorme cueva estaba un animal rugiendo con atronador clamor, el agua que caía parecía no mojarle, ya que atravesaba limpiamente su cuerpo.
Por largo rato los pequeños permanecieron absortos ante la visión apocalíptica y el efecto alucinador que sobre ellos ejercía. El descomunal monstruo parecía otear por todos lados como buscando algo, en aquellos momentos los primeros rayos del sol salían de entre las nubes que hicieron caer sus lanzas doradas sobre las aguas que caían sobre al que llamaremos dragón, formando para deleite y admiración de los pequeñuelos el más hermoso arcoiris que hayan visto jamás sus ojos y que daban vuelta al dragón formando un arco sobresaliendo la cabeza del animal en la parte central y aunado a esto, la caída del agua de la cascada, hacía del espectáculo el cuadro más fantástico nunca imaginado y que era digno para el mejor artista del pincel que hubiese deseado plasmar sobre el lienzo.Algunas personas que se encontraban por ahí cerca de la cascada en la parte superior y otras que se dirigían a los paredones parecían no haberse dado cuenta del acontecimiento, los niños tomaron nota de aquella observación. Poco a poco el arcoiris y el terrible dragón se iban desvaneciendo ante la vista atónita de los chicos que hubiesen querido por un momento más, seguir extasiándose ante el fenómeno irreal que había sucedido momentos antes. Después de que todo aquello pasó y el sol volvía a iluminar todo el lugar con su más desbordante alegría, los niños recomenzaron sus juegos. Estuvieron un buen rato sobre el pasto, las piedras, etc., luego de correr, brincar y reír, se retiraron del sitio satisfechos de la excursión que habían realizado llegándose a su casa cada uno. Algunos niños contaron inocentemente la aparición del dragón de la cascada con todo lujo de detalles a sus padres y estos dudaron si el agua o el sol los había afectado de tal manera, haciéndoles imaginar aquella tonta historia del monstruo de la cascada, que la supuesta imaginación infantil había sacado a flote. Otros, tomaron más a filosofía el relato del dragón de la cascada como producto de la lectura de los pasquines o francamente, con un movimiento condescendiente de cabeza, olvidaron el asunto. El caso este no quedó allí, por supuesto, sino que llegó a oídos de personas crédulas de los relatos de tales acontecimientos pasados que se interesaron por conocer más a fondo el asunto aquel. Esas personas interesadas en los relatos de los niños hicieron curiosos descubrimientos, primero, que el dragón, monstruo o lo que sea, sólo aparece cada año nuevo el primer día y bajo condiciones estrictamente especiales con un bello arcoiris que le rodea. En segundo lugar, sólo ciertos niños que no pasaran de los doce años podían ver al animal aparecerse en la cascada. Y preguntando a los vecinos de aquellos lugares se supo la siguiente historia. Cuentan las leyendas indígenas que en la época de Xólotl, que era el gran jefe de los chichimecas, un hijo suyo le había pedido estas tierras como dote para asegurar a sus descendencia, y como ya antes había estado en estas tierras, le gustaron sobremanera para vivir en ella. El gran jefe Xólotl, guerrero cruel y sanguinario accedió a la petición de su hijo Pochol ya que, por ser el menor era el que más quería y consentía en todos sus deseos. Pochol acompañado de guerreros, artesanos, mujeres y esclavos que su padre le había cedido para levantar una nueva población partió del reino de su padre por el año de 630 A.C. hasta el nuevo lugar de su estancia. Aquel noble señor anduvo por varios días por intrincadas selvas con sus fieles acompañantes, tropezando en ocasiones con las avanzadas de otros pueblos amigos del reino de su padre que al reconocerle le saludaban afectuosamente. pasados largos días de caminatas y enromes fatigas llegaron por fin a su destino. El paraje escogido por Pochol se encontraba rodeado por una muralla natural que hacían inaccesible el lugar en el supuesto caso de que algunos pueblos que vivieran en los alrededores los atacaran. Por lo que al lugar lo llamaron “Atenamitic o Tenamitic” que quiere decir “entre murallas” , hoy el sitio es conocido como Los Paredones. La nueva población tenamiteca con el correr de los años progresó, teniendo relaciones con lejanos pueblos y de vez en cuando sostenían cruentos enfrentamientos con otras tribus, principalmente con los zacatecas que no dejaban de asediarlos constantemente, estos tenían su población en el lugar que se conoce como Otlatlán. Al cabo de los años de haberse fundado el Señorío de Tenamitec, muere Pochol, dejando como sucesor a su hijo Tloltzin que era cruel, sádico, vicioso, guerrero implacable y sediento de las riquezas de los pueblos que los rodeaban como los totonacas y los zacatecas. Parece que algunas acciones que llegó a cometer precipitó a la desaparición de Tenamitic, tomando su lugar en preponderancia, poder y dominio, el pequeño e insignificante Señorío de Zacatlán que invadió la población, reduciendo a la impotencia a sus moradores, después se asentaron en ella, fundiéndose con sus habitantes en un sólo pueblo. Quitaron el nombre de Tenamitec y llamaron desde entonces al nuevo poblado Zacatlán, que extendió sus dominios desde Chignahuapan hasta los límites con los toltecas (Tulancingo). Al subir al poder Tloltzin, los tenamitecos pasaron de ser agredidos en agresores de otros pueblos u Señoríos. este cacique inició una era de terror, sangre y muerte. Sus atrocidades llegaron al grado de incendiar los templos de los dioses que tenían su morada, y en el que sólo los sacerdotes tenían comunicación directa con ellos, esto, para el mundo luminoso de los habitantes de aquellos lugares resultaba el más grande sacrilegio cometido contra sus creencias. Celebraron sacrificios a sus dioses para que castigaran a Tloltzin por sus acciones y dejara de castigar con sus crueldades la paz de los pueblos de los alrededores. Todos los dioses se encontraban reunidos en el Temoanchan para dar solución al problema que tenían entre manos en el caso de Tloltzin. Enumeraron las atrocidades cometidas por el vándalo sujeto, la invasión injusta a los pueblos vecinos, la destrucción de los templos y adoratorios de los dioses. Y meditando sobre todos estos desmanes del cacique, decidieron el castigo que recibiría este. Una tarde en que se encontraba Tloltzin cerca de la barranca, sintió de pronto, que una extraña quietud se apoderaba del lugar, el ruido de los pájaros que antes estaba escuchando cesó por completo. El sonido característico que producía el al agua al caer de más de 30 metros de altura, tampoco se escuchaba, una briosa leve y fría pasó recorrió el cuerpo del desconcertado individuo que lo dejó paralizado sin poder mover un sólo músculo, entonces el dios del aire Quetzalcóatl le habló de esta manera: “Tloltzin, has abusado del poder que te concedieron los dioses para que gobernaras a tu pueblo con sabiduría y justicia por el camino recto de la vida llevado por las aguas tranquilas, diáfanas y cristalinas de la razón y la equidad. Has turbado el corazón de los dioses con tu violencia injustificada, el orden que no te corresponde llevar, y que sólo concedemos a otros pueblos. ¡Oh mortal! que has osado turbar la paz de los dioses del Tlalocan, los hombres hacen sacrificios pidiéndonos castigo para tu maldad y vuelva a reinar la tranquilidad por estos lares. Hemos medido las consecuencias de tus actos; has robado y asesinado cruelmente y sobre todas las cosas cometidas por ti. Mandaste quemar lo más preciado que el hombre tiene desde que los formamos para que vivieran sobre estas tierras y que han sido los conocimientos que les legamos a tus antepasados y que fueron transmitidos de generación en generación hasta llegar a ti, que has causado ¡su total destrucción!, pero ese tesoro lo volveremos a restituir y tú ¡hombre de mala índole! desde hoy y para siempre te convertirán en el eterno guardián de ese saber, y no tendrás paz ni reposo un instante. Vigilarás atento ese tesoro, mayor que el más grande de todos los tesoros conocidos desde que el hombre es hombre. Tonatiuh, el dios del fuego te ha concedido una gracia: el primer día de cada año nuevo te harás visible, pero sólo te podrán ver los niños en la forma de una horripilante bestia bajo esta cascada en la que te encuentras y en la que se haya una profunda cueva que será tu refugio por una eternidad de eternidades. Y acabando de decir esto, una luz muy brillante bajó de las nubes, llenándolo todo con su luminosidad a Tloltzin que se vio de pronto transformado en una enorme bestia, que buscó refugio lanzando grandes alaridos bajo la cascada, en la cueva que el poderoso dios le había indicado. Se cuenta que sólo es posible verlo el primer día del año nuevo, pero sólo los niños, ya que carecen de maldad, pueden verlo y cuando se asoma de entre las aguas que caen precipitadamente, donde se forma un arcoiris que rodea al dragón de lado a lado y los rugidos que lanza, se cree que es la voz de Tloltzin implorando misericordia a los dioses que ofendió con sus crueldades y que sólo puede pedir de esta forma que lo libren de su castigo que durará hasta la consumación de los siglos.
Leyenda recopilada por
Andrés Bartolomé Sánchez González
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